“Soul Surfer“, es una película basada en la historia real de Bethany Hamilton, una surfista estadounidense (nacida en Hawaii) que perdió el brazo por el ataque de un tiburón a los 13 años y a las 10 semanas estaba surfeando de nuevo.
Había sido campeona antes de los 13, consiguió el apoyo de RipCurl, y ya ganó más torneos después de su vuelta, teniendo un solo brazo. En su momento fundó “Walking on water” (ONG), y escribió un libro contando su historia. Le puso “Soul Surfer“, y hoy (a sus 21 años) eso es lo que sale al cine. Y mientras tanto sigue compitiendo, ya a nivel profesional.
Si fuera posible que una persona tuviera agua salada corriendo por sus venas en lugar de sangre, esa sería, sin duda, Bethany Hamilton. Nacida el 8 de febrero de 1990 en el North Shore de Kauai, siempre tuvo claro que quería convertirse en surfera profesional.
A los cuatro años se puso en pie por primera vez sobre una tabla y a los siete ganó su primero trofeo. A los doce años, “Bethyroo”, como le llaman sus amigas, asombró a todo el mundo en el 2002 Volcom Puffer Fish ganando el trofeo femenino para menores de catorce años, el de menores de diecisiete años y quedando segunda en la competición para chicos menores de doce años. Su sueño era ya una realidad y, pese a su juventud, su nombre era muy respetado en el competitivo mundo del surf.
A pesar de su gran optimismo y fe -es profundamente religiosa-, no podía imaginar lo que iba a suceder el 31 de octubre de 2003. Aquella mañana, minutos antes de las ocho, Bethany, junto a su padre, su hermano y su mejor amiga, Alahna Blanchard, puso rumbo a Tunnels Beach. Lucía el sol y el día apuntaba a una jornada inolvidable de surf en el North Shore de Kauai, pero Dios, como dice ella, tenía otros planes.
Adentrándose en el mar estirada sobre su tabla en busca de una ola, la joven se vio sorprendida por un tiburón tigre que medía más de cuatro metros y medio. El animal la confundió con una de sus presas y mordió la tabla, arrancando de cuajo el brazo izquierdo de Bethany. Demostrando una entereza fuera de lo normal, la joven mantuvo la sangre fría y con su maltrecha tabla logró llegar a la playa. Allí le aplicaron un torniquete en lo que le quedaba de brazo y la llevaron al hospital, donde nunca se desesperó a pesar de perder el 70% de la sangre de su cuerpo.
El ataque del tiburón la dejó con un solo brazo, pero no destruyó su alma de surfera. Su coraje y determinación permanecieron intactos. Bethany salió fortalecida del incidente y lo único que hacía en el hospital era preguntar: “¿Cuando podré volver a surfear?”. La respuesta se la dio ella misma diez semanas después cuando cogió la tabla y volvió a “andar” sobre las olas del North Shore. Con este impresionante espíritu de superación, Hamilton se ha convertido en inspiración para muchas otras personas que han tenido la desgracia de sufrir incidentes parecidos.
Su actitud ante lo que le ha deparado la vida le hacen ser una persona singular, siempre creyendo que hay lugar para las cosas positivas en todo lo que sucede. “Creo que tengo algo importante que decir. Algo que las personas necesitan escuchar, pero a veces se centran demasiado en la historia y pierden el sentido”, afirma. Bethany sigue surfeando casi todos los días en su Hawai natal y compitiendo a nivel nacional.